Desde hace casi 10 años, la Universidad de Poitiers lleva conduciendo una ambiciosa política por la que toma en consideración las discapacidades para proponer edificios accesibles a todos y favorecer la inclusión de todas las personas sin importar sus diferencias.

15 millones de euros aprobados para una tasa de accesibilidad del 90%

La accesibilidad del patrimonio, prioridad de la Univesidad de Poitiers, viene acompañada, desde el año 2009, de un importante programa de adaptación de sus edificios a las normas. Se ven afectados 147 edificios repartidos entre los tres departamentos.

Para responder a la ley de 11 de febrero de 2005, la Universidad de Poitiers ha realizado obras por un valor de 15 millones de euros con el fin de proponer locales adaptados a las personas con algún tipo de discapacidad motora (PMR en francés): instalación de ascensores, reconfiguración de los ya existentes; renovación de los baños, construcción de rampas de acceso a los edificios y pose de bandas podotáctiles; creación de lugares de aparcamiento reservados. Un conjunto de disposiciones que permiten a la Universidad de Poitiers mostrar una tasa de accesibilidad para personas con algún tipo de discapacidad del 90%.

Atentos a todas las discapacidades

Una nueva normativa de 2014 impuso a las estructuras cuyos edificios de recepción de público que fueran más allá en la atención prestada – aún prolongando los plazos – a todas las discapacidades: motoras, visuales o auditivas. Con la inquietud de responder a tal exigencia, la Universidad de Poitiers adoptó en junio de 2015 un esquema director de discapacidad. El objetivo: establecer una Agenda de Accesibilidad Programada (AdaP) que se extiende hasta 2023 por periodos de tres años con el objetivo de certificar el conjunto de sus edificios.

Para realizarlo, la Universidad de Poitiers aprobó un presupuesto de 8,7 millones de euros necesarios para efectuar las obras complementarias de carácter obligatorio:

  • Realizar las condiciones de accesibilidad desde la llegada al campus hasta la recepción del edificio con el fin de permitir que el usuario circule sin obstáculos y de forma autónoma.
  • Colocar señales luminosas y sistemas auditivos en caso de incendio en los baños y aseos.
  • Crear espacios de espera seguros provistos de puertas cortafuego y una línea telefónica.
  • Instalar bancos de recepción accesibles a todos.
  • Instalar un sistema de señales específico dentro y fuera de los edificios.
  • Modificar las escaleras para adaptarlas a las normas (indicar el primer y el último peldaño con una banda de color, colocar bandas o puntos podotáctiles,…)

De los 62 edificios que esperan recibir el certificado AdaP, lo han obtenido 6 este año, y se han programado 38 operaciones para 2019 (en los locales que más estudiantes acogen) por un importe total de 275 000 euros. El índice de atención prestada a todas las discapacidades alcanza actualmente el 40%. En lo que a los edificios nuevos se refiere, ya se han tomado en cuenta todas las preconizaciones necesarias para la obtención del certificado.

Ir más allá de la reglamentación

El ser conforme no es forzosamente suficiente y adaptado. Por ello, para garantizar la practicidad de las obras efectuadas, se llevan a cabo tests a escala real que en ocasiones, en el caso de ciertas instalaciones vinculadas a la movilidad, llevan a transformar los caminos (cadena de accesibilidad) para ofrecer una mejor fluidez y una mayor facilidad de acceso a los edificios.


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